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24.8.06

MANDERLAY


Se trata de la segunda entrega de la trilogía de Lars von Trier que comenzó con la polémica Dogville. Aqui el director respeta el mismo formato teatral y el mismo tono provocador que en la anterior. Las actuaciones son impecables y se percibe como en todo film del danés un cuidado casi obsesivo en la dirección de actores.

Obviamente las críticas en general se centran en el aspecto ideológico del film. Me parece que más importante que si es una justa mirada sobre EEUU o no, que si puede criticar no habiendo estado nunca o no, es si su mirada es una vez más, moralista. Creo que sus films además de trasgresores son decididamente moralizadores. Dicho de otra manera es un moralizador con piel de trasgresor. Ahora, más allá de esto, el arte con el cual Von Trier se expresa es maravilloso y en este film es escencialmente eso, una extraordinaria pieza.

17.8.06

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Desde Mujeres... y Tacones lejanos que una película de Almodovar no me gustaba tanto. La historia es redonda, bien escrita, sin ninguno de los tics que complican a veces la trama de algunas de sus películas. La dirección de actores es impecable. Entre ellos se destaca Penelope Cruz, con su mejor actuación hasta el momento, que me hizo recordar a Sofía Loren (http://www.fellinesque.com/sub/loren.html).
Me gustó también Blanca Portillo, que creo no haber visto antes. Acompaña la exhuberancia de PC con un estilo mínimo que la destaca aún más.
Además, no está Darío Grandinetti. Que más se puede pedir?

2.8.06

Mondovino


Stevenson defendía que existe una virtud sin la cual todas las demás son inútiles; esa virtud es el encanto. Borges recuerda esta cita para hablar de Oscar Wilde al que considera el más encantador de los escritores.

En una reseña sobre El Fantasma de Canterville de Oscar Wilde, Borges indica que los americanos se ríen del fantasma y que Wilde y los lectores se ríen de los americanos.

Mondovino de Jonathan Nossiter es justamente una película con encanto. La manera de filmar de Nossiter, de contar una historia, de conversar con sus diferentes protagonistas es sin duda encantadora. Es posible que haya quienes descubran alguna intención política detrás de la realización, alguna voluntad anti-globalización o la ilustración del eterno combate del oprimido contra el opresor. Más allá de las afinidades que el director pueda mostrar por alguno de sus personajes, como Hubert de Montille, o el fastidio que al parecer le producen otros, como nuestro Arnoldo Etchart nacional, la verdad es que sentimos, como en la reseña de Borges, que Nossiter se burla con talento de unos y otros.