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27.7.09

Esmowing

Una de las tantas ventajas de no ser un experto es que uno puede opinar obviedades sin ningún cargo de conciencia. La cantidad de expertos por materia es inversamente proporcional a la popularidad de dicha materia. En el mundo del cine, esta ecuación explica por qué hay más expertos en cine checo feminista que especialistas en películas de Mel Gibson. Si los expertos encuentran dentro de su materia un caso donde la singularidad general (digamos, el género de la animación) se une con una generalidad singular (por ejemplo, una película de Disney), la cantidad de expertos se multiplica hasta el punto en que se da el lamentablemente frecuente caso conocido como "cualquiera opina". "Up", la última de Pixar, debe ser uno de esos casos. Que yo esté a punto de dar una opinión, por si quedan dudas, debería confirmarlo.

Nunca ví mucha animación, ni siquiera ví todas las de Pixar, que no son tantas. Sin embargo, me atrevo a formular la siguiente hipótesis: había en las anteriores películas de P la fórmula de someter personajes y mundos extraordinarios a avatares corrientes (superhéroes desocupados, peces que extrañan a su madre, juguetes que caminan, hablan y se enamoran, etc...), y me da la sensación (¡perdón D´Espósito!) que en el caso de UP esta fórmula está invertida y que, para nuestra sorpresa, tenemos que esperar como media hora de película para que algo fantástico suceda. Mientras tanto, un niño con ínfulas de explorador envejece al lado de su mujer hasta que esta muere y se queda sólo y aburrido en su casa al tiempo que empresas constructoras demuelen ruidosamente todo a su alrededor para construir edificios. Cuando uno empieza a preguntarse qué se supone que pueda pasar durante la próxima hora que justifique el precio de la entrada, la casa sale volando atada a miles de globos de helio.

Pero...sigue siendo un viejo aburrido en su casa...voladora. ¿Entonces? Entonces aparecen perros que hablan (no naturalmente sino gracias a un (¿por qué no?) inverosímil invento humano), pájaros que corren pero no vuelan, y un boy scout gordito se hace amigo de un viejo gruñón y (¿por qué no?) súbitamente acrobático y canchero.

En Bella Vista, barrio que vió crecer a Rinconete y, mucho años después, también a mí, había un cine. La última película que ví antes de que se incendiara y lo transformaran en una mueblería fue Karate Kid. A pesar de la austeridad de la sala (en medio de la película se cortó la luz dos veces) la experiencia fué inolvidable: me acuerdo saliendo de la sala imaginándome, como otro millón de chicos, más grande, enamorado, manejando un auto de colección y tirando la patada de la Grulla.
Algunos años después, salí de ver "Up" en otra sala pero también, como otro millón de tipos, sintiéndome obvio e imaginandome más grande y más malhumorado, pero también (¿por qué no?) más aventurero.

24.7.09

Arles


Hace 40 años que Arles, ubicada en la Provence francesa, organiza un festival de fotografía. Durante dos meses del verano, la ciudad es invadida por exposiciones y conferencias. Se puede ver fotografías en claustros, antiguas capillas, monumentos historicos e incluso edificios industriales abandonados. En lugar de hablar, como todo el mundo, de futbol o del último divorcio escandaloso, los habitantes de Arles discuten sobre Nan Goldin o el veterano Willy Ronis. Se escandalizan frente a lo que consideran una falta de gusto, se conmueven, se quejan o enorgullecen. Como lo vienen haciendo desde hace 40 años.

Es extraño ver las fotos de los primeros festivales, a principios de los ´70. Los recursos eran escasos y los organizadores se paseaban en 2CV llevando y trayendo materiales, sillas o invitados. En una foto se ve incluso a Lucien Clergue, el mítico fundador del festival, instalando unas luces en calzoncillos. Lo importante no era la logística, sino la obra, los fotógrafos, el público.

Desde hace unos años se incorporaron al circuito de las exposiciones unos antiguos talleres ferroviarios abandonados. El proyecto es ambicioso, como corresponde a toda intervención cultural francesa, pero por suerte avanza lentamente. Solo uno de los pabellones fue reciclado, el resto solo tuvo intervenciones acotadas. El resto es justamente lo más interesante. Los bancos son viejos vagones apoyados en el suelo. Las luces son parrillas hechas de estructura tipo mecano con tubos industriales. Las paredes están sin pintar, tapizadas de fabulosas gigantografías. Unos cubos de color señalan las entradas a cada exposición.

Una señora inglesa bastante malhumorada sostenía que ella podría hacer esas fotos (el lugar común de toda crítica artística, que lleva implícito un extraño desprecio hacia su propio talento) mientras su marido miraba con atención un desnudo en blanco y negro. Una pareja de modernos franceses se extasiaba frente a una proyección de diapositivas de Martin Parr y unas holandesas conversaban animadamente de vaya a saber qué, en holandés.

No escuché a nadie del público quejarse por la falta de aire acondicionado o el confort albanés del café, un conjunto de bancos debajo de un techo de tela. No hablaron del piso manchado, de los escalones rotos ni de los edificios sin techo.


Lo importante, lo único que interesa, como sostiene el amigo perez, son las películas.

Perdón, las fotos.

16.7.09

Sale El Sol

Después del apoteótico éxito de taquilla de "El Arca Rusa", los distribuidores locales se deben haber sacado los ojos para ver quién estrenaba la siguiente película de Sokurov. Menos de un año más tarde, estrenaron "Padre e hijo". Previsiblemente para todos los que no piensan como un distribuidor, la película no hizo 200.000 espectadores. Desde encontes, Sokurov no filmó mucho más, y en Argentina, como castigo, no le volvimos a estrenar nada al ruso.

Haciendo caso omiso a las elucubraciones esotéricas de nuestros colegas, hoy estrenamos "El Sol", una nueva obra de Sokurov, exclusivamente en la Sala 791 del complejo Arte Cinema.

La renuncia del emperador Hirohito a su carácter divino durante la derrota japonesa en la Segunda Guerra es la injusta sinopsis de esta preciosa película cuya gracia está más en el comportamiento del personaje central, encarnado por el increíble Issei Ogata.

Nota: le robamos impunemente el título de este post a Diego Batlle, quien conociendo nuestras limitaciones creativas sin duda sabrá perdonarnos.

15.7.09

Nuestra propia distribuidora

Esta semana se estrena la distribuidora Mirada, con su primer título: "Katyn". Una película de época europea nominada al Oscar dirigida por el joven talento polaco Andrzej Wajda. Con este emprendimiento las salas Arteplex profundizan su proyecto de honrar al cine de autor de los años sesenta, para deleite de lo que queda de aquel público...

8.7.09

La pandereta de Porta Fouz

7.7.09

Eramos pocos

Como si los cambios de hábitos de consumo del espectador común no fueran suficiente, ahora la industria argentina del cine se las tiene que ver conque la gente no sólo prefiere ver cine en su casa por una cuestión de comodidad, precio y seguridad, sino también por higiene. Los dueños de las salas, que en algún momento habrán deseado que la doble vacación de invierno puediera aportar algo a sus alicaídas arcas, tuvieron que hacer mucha fuerza para que, ante la evidencia de la falta de público, la distribuidora de la Era del Hielo 3 no levantara sus 87 mil copias y dejara las salas sin público, y sin películas. Vendieron medias salas para que la gente que, temeraria, quisiera ir al cine de todos modos, no corriera riesgos de contagiarse de su vecino espectador, butaca vacía de por medio.

Este lunes de programación, me cuentan, fué drámatico. La taquilla fué una lágrima, y todos los estrenos huyeron hacia otras fechas. Si no nos hubieran fallado nuestros reflejos hubiera sido un gran momento para poner a prueba nuestro ambicioso proyecto de Air Cinema. Yo creo que la mayoría de los multipantallas hubiera agarrado.

1.7.09

Claudine



Una de las pocas ventajas de asistir a los encuentros de antiguos compañeros del colegio es que siempre hay dos o tres conocidos que tienen la cortesía de estar mucho peor que uno. Si además en el grupo de los ajados hay algún ex bonito de esos que sin esfuerzo aparente acaparaban en una noche las miradas que los Epsilones no soñabamos en acumular en todo el secundario, el efecto es realmente balsámico.

Existen también otros ejemplos que generan lo contrario, una especie de desconsuelo. Se trata de aquellos de quienes esperábamos mucho. Eran nuestros elegidos, los que iban a demostrarle al mundo su valor y por alguna extraña clase de capilaridad, hacernos partícipes de su inevitable éxito. Su gloria nunca encontrada termina por pesarnos más a nosotros que a ellos y sin quererlo sentimos que tienen una deuda con nosotros.

Algo de eso me pasa con la adorable Claudine Longet, de la que me acordé leyendo el post del amigo perez sobre la maravillosa The Party. Claudine es la bella etérea de la que el gran Hrundi V. Bakshi se enamora perdidamente, junto a la mitad de los espectadores. Tanto su suave interpretación de Nothing to lose como su legendario brushing laqueado prometían una carrera meteórica que nunca llegó.

La adorable Claudine terminó asesinando a un amante, abandonando a sus hijos y escapando con su abogado que también abandonó a los suyos. Según lo que nos informa wikipedia, tuvo algún éxito en Asia, una manera elegante de decir que no tuvo ninguno.