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20.8.10

Depredadores



El budismo profesa una cierta clase de conocimiento intuitivo, contrario al conocimiento racional. Sostiene que la paz interior, objetivo último de nuestra vida, no se debe buscar a través de la acumulación de conocimiento sino de un tipo de percepción que puede ser incluso inmediata. Quien tiene la suerte de vivir ese instante de claridad, vislumbra el sentido de todo, o tal vez entiende que nada lo tiene.

La Doctrina Pérez, una de las tantas variantes del budismo original, defiende la autonomía de la crítica cinematográfica por sobre la propia película. Según el Maestro de Luz Pérez, la película es solo un residuo material que no debe contaminar la inspiración intuitiva, casi divina, de la crítica.

En honor a esa doctrina de salvación, decidí escribir sobre Depredadores, que nunca vi. Como soy novato en esto, no pude hacer completa abstracción del residuo material de la propia película, como recomienda el Patriarca, sino que miré el afiche para buscar alguna inspiración.

Depredadores es una película de Nimród Antal, joven director de películas menores con un cierto espíritu indie que sedujeron a Robert Rodriguez, productor de Depredadores, y lo convencieron de la capacidad del director en llevar adelante el tono intenso aunque levemente cínico de este remake de remake.

La primer Gran Idea del guión consiste en un truco especular: desplazar a otro planeta al grupo de duros y aguerridos combatientes que en la primera película secundaban al actual gobernador de California en la búsqueda del depredador original y terminaban transformados en keppe crudo. La segunda Gran Idea del guión consiste a reemplazar al actual gobernador de California por Adrien Brody, poco conocido hasta ahora por sus dotes de bodybuilder. Brody contrató a un famoso especialista en pectorales y convivió durante seis meses junto a un grupo de depredadores reales en un planeta lejano, para ¨encontrar la psicología de mi personaje¨, según lo que le señaló a Chiquita Legrand en uno de sus clásicos almuerzos. En esa oportunidad además de aclarar que aceptó el desafío porque el guión lo había realmente impactado, desmintió que el arma que lleva en el afiche haya sido adquirida en la juguetería Cebra, de Lacroze y Forest.

Los diálogos son filosos y hay varias perlas que quedarán en el recuerdo, aunque no recuerdo ninguna en este momento. La incorporación de una mujer en el equipo aporta intercambios potentes entre los personajes e incluso situaciones inesperadas como cuando uno de los más duros es salvado por la chica en cuestión, o al revés. Los efectos especiales son impresionantes y las escenas de acción, en medio de una selva de un planeta lejano bastante parecida a la del primer Depredador que ocurría en centroamerica, son trepidantes. Tal vez para Hollywood, centroamérica sea otro plantea.

El productor Rodriguez encuentra el tono justo, entre Sábados de Superacción y videojuego, espolvoreado con guiños astutos al espectador.

Es, creo, una película para toda la familia.

18.8.10

El Origen




La última película de Christopher Nolan, el director de Memento y de la excelente The Dark Knight, es una cruza entre La invención de Morel y Bourne.

El protagonista, interpretado por un intenso Leonardo Di Caprio, es un arquitecto experto en sueños. Domina el extraño arte de la creación de realidades paralelas y puede incluso inocular en sus víctimas ideas que pueden llegar a destruirlas (algo que en el fondo no difiere mucho de lo que hace la mayoría de sus colegas arquitectos).

La trama es atractiva aunque el miedo a que alguien no logre entender el argumento en toda su complejidad parece empujar a los personajes a explicar en exceso cada una de sus acciones. Es una lástima ya que, cuando de sueños se trata, no es necesario (ni siquiera aconsejable) entender todo lo que está sucediendo.

Como en Memento, Nolan parece caer en la fascinación de relojería de su propia trama y dejar de lado la historia y sus personajes. Las escenas de acción, a la par de cualquier Bourne, no ayudan a encontrar esa humanidad que falta sino que, creo, son solo agotadoras.

La aparición del gran Michael Caine y un buen final no logran salvar una película lamentablemente fallida.


PS: Con respecto a la imagen que desborda, juro que seguí las indicaciones del amigo Galois pero esta vez la tecnología no me sonrió.

12.8.10

Nanni



Anoche un amigo comentó que acababa de ver en Italia el último estreno de Nanni Moretti.

La noticia me generó una inmediata felicidad, que conservé aún después de averiguar que era un error. Su próxima película no estará terminada antes del 2011.

La felicidad es demasiado importante como para dejar que la realidad la perturbe. Y si no, siempre tendremos a la Mangano.

10.8.10

Por tu culpa



En una de las primeras escenas de Un día muy particular, de Ettore Scola, director que solía hacer películas buenas, Sofía Loren prepara el desayuno antes que su familia vaya al alegre encuentro entre Mussolini y el Fuhrer. Sola en el departamento, hastiada, se sienta en la mesa y metódicamente llena una taza con los restos de café de las otras. Y se lo toma.

Recordé ese gesto perfecto al ver Por tu culpa, la última película de Anahí Berneri. En una de las primeras escenas, Julieta, una joven recién separada y con dos hijos, intenta terminar un trabajo urgente. Es tarde y los chicos juegan, exigen, se pelean, miran la tele. Después de decirles que no, que ya comieron demasiados, la madre les da otro yogur más. Cada vez que abre un nuevo pote, pasa la lengua por la tapa. Come ese yogur que no quiere, como la Loren tomaba el café de otro. Las dos colapsan, aunque no parecen saberlo, y lo muestran con un gesto mínimo.

El golpe aparentemente sin importancia de uno de los chicos hace que los tres terminen pasando la noche en la guardia. Berneri y Erica Rivas, que interpreta a Julieta, no buscan resaltar esa vida en la que ella ya no hace pie, solo filmarla. El resultado es un trhiller doméstico, en el que esperamos lo peor detrás de cada gesto banal y en el que no sabemos si compadecer a la madre o acusarla, como hacen todos los hombres que la rodean.

Es en esa tensión que la película encuentra el tono justo.